Raudo News
25 de Septiembre de 2018 | 12:29
Negocios

Una breve historia sobre la evolución de las mudanzas

 

Quizás, pueda ser que haya alguien en este mundo al que le guste ocuparse de las mudanzas. Pero, lo cierto, es que a casi nadie nos gusta tener que ocuparnos del trabajo de empaquetar bártulos y más bártulos, desmontar muebles y trasladar toda una vida de cosas que hemos ido comprando y que, cuando vamos a mudarnos, parece como si se hubieran multiplicado. Uno no es consciente de lo que almacena, hasta que llega ese momento en el que vamos a desocupar o vaciar la casa. Es realmente asombroso.

 

Aunque podemos aprovechar este momento para desechar lo que no sirve, vender en tiendas de segunda mano o, mejor aún, llevarlo a alguna ONG para que otras personas puedan sacarle la utilidad que nosotros no podemos.

 

Una curiosidad que, no está de más saber, con respecto a las mudanzas. Como todo y las mudanzas, no podían ser menos, hay una historia detrás. ¿Cómo comenzaron y como fueron evolucionando hasta nuestros días? Es curioso saber que, en tiempos de esclavitud, eran ellos, los esclavos, quienes se ocupaban de vaciar las casas de los grandes señores terratenientes y trasladar todo a la nueva heredad. Y, no es hasta el siglo XIX más o menos, cuando empiezan a surgir los primeros servicios de mudanzas.

 

Ahora, las empresas de mudanzas en Toledo reparten los enseres en cajas de todos los tamaños y características. Antes se llevaban en cestos de mimbre rellenos de paja para evitar que los objetos delicados pudieran romperse. Ahora, los operarios de las empresas de mudanzas y guardamuebles en Madrid, desmontan cada una de las piezas del mobiliario de la casa a desocupar y los vuelven a montar en la nueva vivienda. Antes, los muebles no se desmontaban, se cargaban a duras penas y, los que no cabían por las ventanas o puertas de la casa, se quedaban allí. Ahora, las mudanzas en Toledo y, en el resto de ciudades, se hace mediante camiones especialmente acondicionados. Antes, en carruajes tirados por caballos. Con lo cual, había que echar tiempo y paciencia.

 

En resumen, todo esto debe servirnos para no agobiarnos tanto con las mudanzas. De un día para otro, dispondremos de todas nuestras pertenencias debidamente colocadas y distribuidas en su nueva ubicación. Y nosotros sin mover ni un solo dedo. Nuestra única responsabilidad y ocupación será la de supervisar que todo transcurre según lo previsto y nada más. Concluyendo ¿hay motivos para agobiarnos? Francamente, ninguno.