Raudo News
6 de Junio de 2019 | 13:04
Salud

Rehabilitarse de las drogas, sí se puede

Las adicciones, ya sea al alcohol, las drogas, el juego… son tratables. El proceso de recuperación es duro, pero se puede salir de ello y dejar atrás el oscuro mundo de la dependencia. Hay varios métodos y tratamientos dirigidos a la desintoxicación y rehabilitación de drogas; lo ideal es tratar a cada enfermo de forma personalizada. El método se debe ocupar tanto de la parte física como de la psicológica, es decir, un tratamiento integral mente y cuerpo.

La función de las clínicas de rehabilitación de drogas es acompañar, tratar, sanar, recuperar y rehabilitar a la persona que ha comprendido y aceptado que es dependiente y que quiere salir de esta atadura y dejar las drogas. Primero hay que tratar la parte física que consiste en la desintoxicación del organismo y, a la par, el apoyo por medio de terapias colectivas e individuales. El acompañamiento físico y psicológico del profesional especializado en la desintoxicación de cocaína es fundamental; la terapia conductual servirá para evitar las temidas recaídas y hacer entender al paciente que la vida sin drogas es maravillosa. El ser humano nace para ser libre y las drogas, esclavizan y encarcelan.

Una persona adicta es prisionera, está encerrada en el mundo irreal al que le transportan estas sustancias y, lo peor, es que cuando pasa el efecto, el cual cada vez se produce en más corto espacio de tiempo, la vuelta a la realidad es cada vez más difícil de llevar, más triste; los daños físicos son innumerables, temblores, taquicardias, pérdida de peso, visión borrosa, impotencia, espasmos musculares, convulsiones, dificultades para conciliar el sueño… y respecto a los daños psicológicos, irascibilidad, depresión, cambios de humor, ataques de pánico, paranoias, alucinaciones…

El consumo de cocaína, por ejemplo, produce en el adicto una sensación de euforia y de energía de forma instantánea, sensación que puede durar hasta unos 30 minutos. Pero, a medida que consume con más asiduidad, el efecto gratificante que experimenta dura cada vez menos, alrededor de 10 minutos; con lo cual, cada vez necesita consumir más cantidad y en menos espacio de tiempo entre una dosis y la siguiente. Y así, poco a poco, la dependencia aumenta hasta tal punto que su único objetivo en la vida es conseguir más y más dosis de esta sustancia para poder seguir adelante. El mundo real se ha vuelto insoportable, triste, desolador y necesita constantemente esa sensación irreal que le produce un imaginario bienestar que le ata y le mata.