Raudo News
23 de Julio de 2018 | 10:37
OPINIÓN

Parte de una vida embalada en cajas de cartón

 

Llega un momento en la vida en la que uno se plantea cambiar de aires, a veces, es simplemente, una forma de huir de la monotonía, el mismo trabajo, los mismos compañeros, las mismas calles y cafeterías… y deseamos un cambio, vivir en otro ciudad, vivir otras experiencias y, cuanto más diferente sea del lugar en el que estábamos, mucho mejor. Otras veces, el motivo de cambiar de lugar de residencia no se debe a la monotonía o al gusto de cambiar y conocer otras formas de vida, sino que obedece a motivos laborales, bien porque nos salió una oferta, o bien, porque la propia empresa donde trabajamos ha abierto una sucursal en otra provincia y parte del personal debe ir para allá.

 

Es asombroso darse cuenta que poco cuesta meter toda una vida en un camión de mudanzas. Los muebles que te regalaron tus padres cuando te casaste, una colección de fotografías perfectamente colocadas en sus respectivos portaretratos, objetos que forman parte de la decoración de nuestro hogar y que compramos como recuerdo de nuestros viajes o, regalos especiales que alguien nos dio un día cualquiera o una fecha señalada, un detalle de esos que nunca olvidas y que siempre lo miras y lo coges entre tus manos con la misma ilusión que el día en que te lo regalaron, simplemente, porque en ellos va el corazón de quién te lo entregó.

 

Innumerables cajas y cajas repletas de históricas pertenencias que, en cuestión de un breve espacio de tiempo, a veces en 3 horas, son desalojadas en la nueva casa, de esa nueva calle y de ese nuevo lugar donde vamos a vivir.

 

Los operarios de las empresas de mudanzas y guardamuebles de Las Palmas, esa preciosa isla donde vamos a empezar, seguir y, quizás, finalizar nuestra historia, parece que sean conscientes de que todos esos bártulos y muebles son especiales para aquellos que cambiamos de residencia, de destino. Porque y, a pesar de ser simplemente una cuestión de su trabajo, saben que lo que hay en todas y cada una de esas cajas, son trocitos de nuestras vidas. Montones de recuerdos perfectamente embalados y clasificados en valijas de cartón.

 

Mudarse no es tan frío ni tan caótico. Mudarse es echarle ganas a la vida, es vivir una aventura, conocer nuevas gentes, recorrer otros caminos y sacarle jugo a la vida. Vamos a verlo con alegría, como una oportunidad de seguir escribiendo otra historia, ni mejor ni peor, solo diferente, la nuestra.