Raudo News
12 de Enero de 2021 | 10:07
Accesibilidad

Las sillas salvaescaleras en tiempos de pandemia

Aunque ya ha transcurrido casi un año desde que nuestro estilo de vida comenzó a cambiar debido a la pandemia de la COVID-19, todavía hay circunstancias que desconocemos si tenemos la suerte, dentro de lo que cabe, de ser personas privilegiadas en uno u otro aspecto. El mero hecho de tener techo y un espacio en el que protegernos de potenciales contagios es uno de esos privilegios, pero hay otros, como el hecho en sí de no tener problemas de movilidad y poder elegir cómo nos podemos desplazar hacia nuestro lugar de trabajo.

 

Una persona que usa a diario una silla de ruedas, sin embargo, no tiene esas opciones. No tiene, por ejemplo, la opción de no utilizar el ascensor, ya sea para evitar usar con otra persona un espacio cerrado y pequeño en el que la distancia de seguridad desaparece, o porque no tiene tiempo para aguardar a que el ascensor se quede vacío, algo que rara vez ocurre por ejemplo en edificios de la administración público o en otros muy transitados. ¿Cuál es la solución si pensamos que a la crisis todavía le queda bastante tiempo para llegar al final? El más evidente, normalizar la instalación de sillas salvaescaleras en todos esos espacios públicos con escalera.

 

Hoy en día, este recurso es muy común sobre todo en viviendas personales, por ejemplo un chalet de dos plantas habitado por una persona mayor o con movilidad reducida. Sin embargo, si empezamos a considerar la instalación de salvaescaleras en espacios públicos, duplicaremos el número de recursos de acceso a plantas superiores o inferiores de los que dispone este colectivo, y además ofreceremos una solución alternativa para todas aquellas personas que, por motivos de seguridad personal en tiempos de pandemia, no desean utilizar el ascensor, como ya hemos dicho.

 

Por eso son especialmente fundamentales en ciudades muy grandes y llenas de población. Por ejemplo, los salvaescaleras en Madrid hace ya mucho tiempo que tendrían que ser una realidad; o por extensión, en cualquier zona urbanizada con una gran cantidad de habitantes y desplazamientos diarios. Estamos a tiempo de conseguir que se haga.