Raudo News
24 de Agosto de 2020 | 13:49
Agricultura

El fertilizante ecológico en los huertos urbanos

Los huertos urbanos son una realidad cada vez más extendida en las grandes ciudades. Su existencia parte en muchos casos de concepciones éticas del desarrollo urbano, que buscan acabar con la gentrificación sin control y con la construcción masiva, sin duda dos circunstancias que causan un impacto medioambiental severo tanto a largo como a corto plazo. Los huertos urbanos, por lo tanto, son algo así como pequeños pulmones verdes que además apuestan por la plantación ecológica en muchos casos, y por extensión, con el uso de fertilizantes ecológicos.

 

En un huerto urbano no solo se pueden establecer pequeños resquicios de plantación agrícola de frutas y hortalizas diversas, todas ellas aclimatadas todo lo posible a la zona en la que se lleva a cabo el experimento. También son lugares en los que los administradores de los huertos tienden a realizar eventos solidarios o de grupos y asociaciones que hacen algún tipo de activismo. Esto a menudo se debe a que muchos huertos urbanos son autogestionados, y con el dinero obtenido de la participación ciudadana es posible adquirir más utensilios y más abono orgánico ecológico para cuidar el huerto todo lo posible.

 

Por otro lado, los huertos de ciudad son siempre proyectos bonitos. Es muy interesante investigar de qué forma se pueden llevar a cabo labores óptimas de plantación en entornos y contextos inicialmente desfavorables para este tipo de proyectos, es decir, las ciudades en general. Pero mientras más se hagan, y mientras más abono ecológico se use en la plantación en general, mucho mejor tanto para las ciudades en sí, como para el camino hacia un futuro mucho más respetuoso con el planeta.

 

En los tiempos del calentamiento global, esto no es una recomendación, es obligación moral, y por eso hay que conceder a los huertos urbanos el lugar de importancia merecida que les corresponde. Además, el mero hecho de avanzar hacia una autogestión segura y sana de nuestra propia alimentación también es una manera de arremeter contra un sistema industrial que pocas veces tiene en cuenta lo artesanal, lo natural y en general lo que sin duda deberíamos considerar humano.